lunes, 1 de agosto de 2016

Guia 108 estrellas suikoden 2 por orden de historia

GUIA DE LAS 108 ESTRELLAS DE SUIKODEN 2
POR NIXKOLIN

Al llegar al pueblo de Kyaro

Mukumuku: Es el único momento en que puedes conseguirlo, antes de entrar a la casa del protagonista ves a la parte de atrás, verás que hay un árbol grande solitario acércate y dale con el botón seleccionar y verás que algo pasa, dale dos veces más.

Después de que Viktor y Flik te rescaten

Rikimaru: En villa Ryube a la entrar. Te lo encuentras tirado en el suelo muriéndose de hambre, háblale y paga le la comida (3.000 potch).
Millie: En villa Ryube. Pregúntale que le pasa y te contará. Dale una paliza a su querida mascota y se unirá a ti.
Kinnison y Shiro: En el bosque de Ryube pon el pollito en el nido, sal de la escena y vuelve.

Al llegar a Musa

Tuta: Habla con ella en las calles de Musa después de aceptar la misión de Jess. Aunque si no lo haces se unirá automáticamente más adelante, pero bueno así ya la tienes.
Temptlon: Habla con el en el antiguo fuerte de Viktor y luego en villa Toto.

Tras conseguir el castillo

Richmond: Habla con el después de haberlo contratado para reclutar a Shu. Jugareis al juego de la moneda, pierde, ves a la taberna y habla con uno que te dirá que es un tramposo y te dará una moneda, vuelve, dile a Richmond que te lo haga esta vez con esa moneda.
Yoshino: Ves con Freddy a la primera casa casa que esta mas al sur de Radat.
Alex y Hilda: Habla con ellos en la posada de Shout Window.
Adlai: Dale un Jizo sacrificio, dale un escudo de madera y arroja le la RUNA viento.
Oulan: mete solo mujeres en tu grupo, ve a Kuskus, habla con la abuelita cerca del puente, pasa el puente, habla con los tres tipos.
Hans: En la posada de Two River. Tienes que decirle que no te de nada.
Stallion: Habla con el en Radat después de haber huido de 50 combates.

Tras la misión de Two River

Tetsu: Compra tacos fritos en el distrito Kobold de Two River, ves a Lakewest, usa los tacos fritos en alguien de tu grupo entra en una de las casas del pueblo y habla con Tetsu.
Hix y Tengar: En la taberna de Lakewest habla con ellos y sigue la misión, pero es mejor hacerlo cuando tengas el espejo parpadeo.
Clive: Habla con el en Shout Window.
Taki: Habla con ella varias veces en una de las casas de Lakewest.
Shilo: Gana le al chinchorin en la taberna de Lakewest. Si te dice que eres un crío consigue antes a mas estrellas o avanza en la historia e inténtalo más tarde.
Sid: Llevando a Chaco contigo entra en el pasadizo secreto de las cloacas del distrito Winger de Two River.
Gabocha: Llevando a Gengen contigo habla con el en una de las casas de Two River, distrito Kobold.
Emilia: Cuando llegues a Greenhill se sincero con ella.

Después de liberar a Teresa

Jeane: Habla con ella en la tienda de runas de Two River.
Durante la misión de Matilda
Humphrey y Futch:
Te lo encuentras en la posada de Villa Carretera pero para que se te una debes rescatar a Kent, el amigo de Futch. IMPORTANTE: esta misión hay que hacerla la primera vez que vas a matilda si quieres tener las 108 estrellas antes de la batalla del castillo Rokaxe para ver el final bueno.

Tras la misión de República de Toran

Mondo y Sasuke: Ve con Kasumi a Rokkaku. Estos dos solo se unen si has elegido a Kasumi.
Gordon: Consigue 50.000 potch comerciando.

Después de matar a Luca

Killey: Habla con el en Shout Window, luego en la tienda de items del castillo y luego en Shout Window otra vez. Insiste.
Analee: Habla con ella en la taberna de Shout Window y despùés al lado de la casa del alcalde.
Simeone: Compra broche rosa en rarezas de la tienda de items de villa Banner y habla con Simeone en Radat donde encontraste la moneda de Shu.
Hoi: en la taberna de Radat. Sigue la escena.
Karen: En la posada de Kuskus, baila con ella.
Bob: Habla con el en Two River.
Lebrante: Tráele una urna vercedel.

Al llegar a Tinto

Raura: Habla con ella al lado de la casa del alcalde de Tinto.
Long Chan: Lleva contigo a Wakaba a la posada de Villa Crom.
Tenkou: En una de las casas de Villa Crom, lleva un juego de ventana.Después de Derrotar a Neclord en Tinto
Gantetsu: Suma bastante fuerza entre todos los miembros de tu grupo y habla con el.
Georg: En el paso de Tigermouth habla con él se encuentra cerca de una hoguera.

Después de reconquistar Greenhill

Pico: Habla con el en la posada de Greenhill.
Alberto: Habla con el en la tienda de armaduras de Tinto.
Tessai: Habla con el en el afilador de Kuskus llevando a Viktor en tu grupo.
Vicent: Hay que ir con Simeone al sitio donde lo reclutaste.
Jude: Habla con el en la clase de afilar de la universidad de Greenhill, te dirá que necesita arcilla y te la dará un tipo escondido en Villa Bosque.
Pesmerga: Cuando hayas reclutado a 100 estrellas habla con el donde encontraste a la espada Dragón Estrella.
Mazus: Cuando hayas reclutado a 100 estrellas habla con el en las minas de Tinto.
Genshu: Habla con el en Cornet con un arma afilada a más de nivel 13.

Este es el final de la guía para conseguir las 108 estrellas de Suikoden. Quiero deciros que las estrellas pueden variar, puesto que yo elegí a Kasumi en lugar de Valeria y conseguí así a Mondo y Sasuke que solo los puedes reclutar con Kasumi. En el caso de Valeria también tiene sus personajes que solo se únen con ella así que de un modo u otro reclutarás a 108 estrellas. El orden de reclutarlas también puede variar, es posible que consiguas a un personaje antes de lo que dice en mi guía, este es simplemente el orden que e seguido yo. Y por último espero que os haya gustado y os haya servido de ayuda, disfrutad de este fantástico e inmortal juego.
Nota: Ya se que aquí no hay 108 personajes, pero por si no os habeís dado cuenta los que no salen aquí es porque se unen automáticamente en el curso de la historia.

martes, 1 de noviembre de 2011

Se abre el telon...

Se abre el telón. Habitación oscura de un hotel. Visto desde el espectador hay al fondo a la derecha de la habitación un armario, una alfombra en el centro, una cama individual pegada a la pared de la izquierda, en el techo una lámpara colgante y al lado de la cama una mesilla de noche con tres cajones, sobre ella otra lámpara y una mini cadena. En la cama, hay alguien durmiendo debajo de las sabanas.

(FEDERICO entra en la habitación encendiendo la luz que cuelga del techo, vestido con unos vaqueros negros, sandalias y un jersey rojo)

HOMBRE DURMIENDO: Maldita sea... ¡Apague la luz! (Sin salir de debajo de la sabana)

FEDERICO: Vaya, disculpe. Debí confundirme de habitación. (Sale de la sala apagando la luz y hay una pausa de 5 segundos hasta que FEDERICO vuelve a entrar encendiendo la luz de nuevo)

Oiga, esta es la habitación numero 12. Se ha confundido usted de habitación caballero.

HOMBRE DURMIENDO: Si bueno, me han dado la habitación numero 13 pero da mala suerte y los jóvenes de la habitación 11 tenían la música muy alta.

FEDERICO: ¿Y las demás habitaciones? ¿Que pasa con la 10?

HOMBRE DURMIENDO: Vera usted, en esa habitación olía a mapache.

FEDERICO: ¿Esta seguro de que olía a mapache? ¿No olería a otra cosa? ¿A águila calva por ejemplo? Yo tuve una en mi casa y le aseguro que los olores son parecidos.

HOMBRE DURMIENDO: Pues ahora que lo dice... me hace dudar. No se si ahora podré coger el sueño (el HOMBRE DURMIENDO sale de debajo de la sabana, vestido con un pijama a juego con un gorro de dormir y enciende la mini cadena haciendo sonar una ranchera.

FEDERICO:¿Que hace usted? Apague eso por dios (Tapándose los oídos)

HOMBRE DURMIENDO: Lo necesito para dormir, no puedo dormirme sin una buena ranchera.

FEDERICO: Pero hombre de dios, ¿No tiene usted otra música? ¿Por que no escucha música clásica?

HOMBRE DURMIENDO: Venga usted, le are un sitio (Moviéndose hacia el lado de la cama que esta pegado a la pared y abriendo la sabana)

FEDERICO: ¿No roncara usted verdad?

HOMBRE DURMIENDO: No, me gusta mas cantar los números como los niños de la lotería.

FEDERICO: ¿Y suele acertar usted los números que salen?

HOMBRE DURMIENDO: ¿Como lo voy a saber si estoy dormido caballero?

FEDERICO: Bueno, dígame al menos como se llama usted.

HOMBRE DURMIENDO: ¿Por que?

FEDERICO: Maldita sea, no puedo dormir si no se como se llama usted, estaría la noche en vela pensándolo.

HOMBRE DURMIENDO: No se preocupe, vera como mis rancheras le ayudar a dormir.

FEDERICO: Pues no lo se. ¿Esta sonando todo el rato la misma canción?.

HOMBRE DURMIENDO: Si, es la única que me gusta. Las demás son horribles.

FEDERICO: Bueno, pues haya voy. (Se mete en la cama)

HOMBRE DURMIENDO: ¿No se pone usted pijama?

FEDERICO: Pues vera, me lo robaron en la playa. Lo tenia en la maleta con todas las joyas de mi abuela y se me lo llevaron.

HOMBRE DURMIENDO: ¿Y las joyas de su abuela?

FEDERICO: Siguen en la maleta, no le gustarían al ladrón.

HOMBRE DURMIENDO: Vaya que faena, hay que ser bellaco para robarle a alguien su pijama... Es una gran perdida, lo siento. (Se quita el gorro de dormir en señal de pena) ¿Quiere que guardemos un minuto de silencio?

FEDERICO: No gracias, es usted muy amable pero ahora solo quiero olvidarlo y seguir mi vida.

HOMBRE DURMIENDO: Como usted guste. ¿No se quita las sandalias?

FEDERICO: ¡No por dios! ¿Esta usted majareta? Podría coger hongos.

HOMBRE DURMIENDO: (Se levanta de la cama de un salto) ¡Caspita, es cierto! Iré a por mis botas. (Va hacia el armario descalzo y saca unas botas negras militares, y llevándolas en la mano se mete nuevamente en la cama)

FEDERICO: Eso es otra cosa hombre, ¿A que se siente mejor?

HOMBRE DURMIENDO: Si, me siento mas seguro.

Se cierra el telón y se detiene la música de la mini cadena. Cuando se vuelve a abrir a pasado un rato y el HOMBRE DURMIENDO y FEDERICO siguen en la cama intentando dormir.

HOMBRE DURMIENDO: (Cantando como los niños de la lotería con una voz horrible) Cuatro mil setecientos cuarenta y ocho, mil euros. Setenta y tres mil cuatro cientos cincuenta y dos, tres millones de euros.

FEDERICO: (Despertando a HOMBRE DURMIENDO) ¿Que demonios hace usted?

HOMBRE DURMIENDO: ¿Que quiere? Estaba teniendo un sueño maravilloso.

FEDERICO: ¿Canta usted los números de la lotería todas las noches?

HOMBRE DURMIENDO: Desde luego, fue la causa de mi divorcio, como echo de menos a mi caramelito.

FEDERICO: Quizás volvería si dejara de cantar a gritos mientras esta durmiendo. Si al menos acertara usted los números... ¡No a dado ni una! (Sacando un boleto de lotería del bolsillo se sus pantalones)

Alguien llama a la puerta y entra en escena MANUEL, el sirviente de FEDERICO. Va vestido muy elegante, con traje negro y corbata y le trae a FEDERICO sus dos maletas llevando una en cada mano.

MANUEL: Don Federado, ¿esta usted dormido? Le traigo su equipaje.

FEDERICO: ¡FEDERICO! ¡Me llamo FEDERICO maldita sea! Llevas diez años sirviéndome, te sabes el nombre de mis padres, de mi hermano y hasta el de mi abuela y aun has dicho bien ni una sola vez mi puñetero nombre.

MANUEL: Bueno no se ponga así, ¿Donde le dejo las maletas?

FEDERICO: Pues no lo se, déjelas usted debajo de la cama.

(MANUEL, que aun se encuentre en la entrada, se acerca a la cama con las maletas)

MANUEL: ¡Pero hombre! ¿A traído compañía usted? (Levantando la sabana que cubre por completo a HOMBRE DURMIENDO)

HOMBRE DURMIENDO: Buenas noches, ¿Como esta usted?

MANUEL: Pero Don Federado, ¿Que pensara su mujer?

FEDERICO: Oiga, no es lo que parece. El pobre hombre se vino aquí porque su habitación olía a mapache.

MANUEL: Vaya eso es horrible, pobre hombre. (Las dos maletas que aun lleva en la mano las mete a debajo de la cama)

HOMBRE ESCONDIDO: ¡Ay!

Manuel pega un salto subiéndose a la cama y abrazándose a FEDERICO y al HOMBRE DURMIENDO, seguidamente el HOMBRE ESCONDIDO sale de la cama.

HOMBRE DURMIENDO: (Dirigiéndose a FEDERICO) ¡Un ladrón! Igual es el que le robo su pijama. Nunca había visto a un ladrón en persona, ¿Le pido un autógrafo?

HOMBRE ESCONDIDO: Con mucho gusto se lo firmare, pero no soy un ladrón, soy HERNANDO. (A partir de aquí el HOMBRE ESCONDIDO pasa a ser HERNANDO)

HOMBRE DURMIENDO: ¡Ay! ¿Qué ilusión!

HERNANDO: Aquí tengo un bolígrafo, ¿Alguien tiene un papel?

FEDERICO: (Se saca el boleto de lotería del bolsillo del pantalón) Tome buen hombre.

HERNANDO: (Firma el boleto de lotería y se lo va a dar al HOMBRE DURMIENDO)

HOMBRE DURMIENDO: Déjelo en la mesilla, haga el favor.

HERNANDO: (Mete el boleto en el cajón de más arriba de la mesilla y emite un grito de espanto) ¡Ah! ¡Hay algo en el cajón!

FEDERICO: ¿Qué es? ¿Un cadáver? ¿Oro?

HERNANDO: No, es una pandereta.

FEDERICO: Pues tóquela un rato a ver si conseguimos dormir.

HERNANDO apaga la luz y FEDERICO, el HOMBRE DORMIDO y MANUEL intentan dormirse. Pasa un minuto, FEDERICO y MANUEL consiguen dormirse roncando exageradamente. El HOMBRE DORMIDO no consigue dormir y vuelve a encender la mini cadena reproduciendo la misma ranchera. FEDERICO y MANUEL se despiertan de un salto y HERNANDO deja de tocar la pandereta.

FEDERICO: (Sale de la cama gritando y corriendo hacia la puerta hasta salir de la habitación mientras grita lo que sigue a continuación) ¡La alarma de incendios! ¡Sálvese quien pueda!

lunes, 8 de noviembre de 2010

La esfera - Capítulo 4

Capítulo 4

Los dos días que faltaban para partir a Suarel pasaron tan rápido como decir adiós, dejaban tantas cosas atrás que no daba tiempo a despedirse de todo y solo quedaba la esperanza de volver algún día a esa pequeña llamada Villa Yaguen en la que, no obstante, cabían miles de recuerdos.
Una pequeña unidad de unos cincuenta soldados de infantería provenientes de Suarel iban a ser los que les escoltaran en el viaje. Necesitaban todos los hombres posibles en sus filas y para ello, mandaron lo menos posible, lo suficiente para defenderse de algún animal salvaje que pudieran encontrarse en su camino. Ni siquiera habían mandado a ningún capitán, todos estaban en Suarel repartiendo ordenes.
Cuando llevaban medio día de viaje, decidieron acampar y una tormenta se avecinaba. Tenían pensado un punto estratégico para la parada, una vieja cueva abandonada que les guardaría de la lluvia. Cuando llegaron a la vieja cueva se dieron cuenta de que no eran las mejores condiciones para pararse a descansar, pero ya se esperaban algo así y la idea de que tarde o temprano pasarían por condiciones peores les suavizó lo que tenían en ese momento. La oscuridad reinaba en el lugar junto a las goteras del techo que resonaban entre esas húmedas paredes de piedra. Un grupo de soldados decidieron inspeccionar la cueva por lo que pudiera habitarla, como quizás algún desgraciado animal guardándose de la tormenta como ellos o algo por el estilo. Saron quiso acompañar al grupo de reconocimiento y Claxan como siempre, se mantuvo a su lado. A parte de los dos chicos, diez soldados más armados con espadas y escudos de la ciudad formaban el grupo. Claxan y Saron tenían sus espadas, que habían sido forjadas en Villa Yaguen y por lo cual seguramente no serían de la misma calidad que las de el resto de los soldados y no disponían de escudo alguno. Tres de los soldados iban equipados con antorchas, uno encabezaba el grupo, otro ocupaba la retaguardia y el restante se mantenía en medio con los demás para más iluminación.
-¿Donde diantres terminara esto?-preguntó uno de los soldados con intención de que alguien contestara a su pregunta. Pero nadie lo hizo, por lo visto todos se preguntaban lo mismo. Todos de pararon en seco cuando una voz contesto a la pregunta de ese soldado desde la oscuridad.
-En unas antiguas minas de plata, pero ya están explotadas por el hombre desde hace tiempo, no encontraras nada aquí viajero, tan solo un cobijo para los días de tormenta.
Mientras el hombre hablaba el grupo de reconocimiento iba acercándose a esa voz con sus espadas ya desenfundadas. Cuando consiguieron acercarse lo suficiente para iluminarle pudieron ver la figura de un hombre encapuchado que les daba la espalda.
-Podéis guardar vuestras espadas, no supongo ninguna amenaza. Solo me quedare aquí hasta que la tormenta pase.
-¿A donde te diriges?-pregunto otro de los soldados mientras guardaba su espada.
-Sigo el camino de la sabiduría, me dirijo a cualquier lugar donde hayan cosas que aprender.
-¿Y cual es tu nombre?
-¿Mi nombre? La verdad es que hace mucho tiempo que nadie lo pronuncia, supongo que no es de importancia para nadie.
-Ven con nosotros, la compañía no te vendrá mal y hemos encendido un fuego en la entrada.-le ofreció Claxan al hombre encapuchado que todavía seguía de espaldas a ellos. Pero al oír esto, finalmente se dio la vuelta para dejarse ver el rostro. Era un hombre de avanzada edad, pero aun no era un anciano. No iba armado de ninguna manera, parecía un peregrino.
-Agradezco tu amable oferta joven soldado, pero en soledad sigo mi camino.
Dicho esto, al ver que la cueva no tenía peligro aparente volvieron con los demás. Entre todos ocupaban toda la entrada de la cueva, se turnaban en puestos de guardia mientras los demás dormían. Cuando a Claxan le tocó hacer una de las guardias ya había anochecido. Saron estaba con el como siempre, como una simpática sombre que siempre aguardaba a su lado, no hablaron mucho por dejar dormir a los demás y terminaron la guardia antes de que amaneciera.
No pudieron dormir mucho, no había tardado en amanecer desde que fueron a dormir. La lluvia había parado y, todos juntos, retomaron el viaje hacia Suarel donde todos los demás les esperaban. Fue un viaje con un paisaje monótono, eran tierras vacías y no vieron mas que algún animal salvaje sin peligro alguno y alguna ave que sobre volaba el cielo.
Un largo día de viaje les aguardaba para llegar finalmente a Suarel si no paraban para dormir, en la ciudad tendrían tiempo para ello, en ese momento lo mas importante era terminar el viaje lo antes posibles por los peligro que podrían aguardar en un viaje tan largo a pie, pues en las tierras que no estaban habitadas no había tanto orden como en la ciudad. Habían numerosos grupos de bandidos que saqueaban las caravanas de comerciales en busca de cualquier tipo de materiales con los que se aprovisionaban en sus aldeas misteriosamente desconocidas para el resto de la gente. Los bandidos eran grupos de gente que no se relacionaba con el resto de la sociedad, no tenían rey pero había alguien a quien obedecían, un líder que no se sabía exactamente quien era pero quien fuera manejaba a un gran número de bandidos. La ley no intervenía en esta clase social, ya que solo se imponían las normas en las ciudades y tampoco causaban muchos daños mas que la intercepción de alguna caravana, por eso en los últimos años iban escoltadas por grupos de mercenários contratados por los comerciales que después de todo, les salía más rentable que quedarse sin mercancías para vender. Los bandidos sabían que si el reinado quería los podían encontrar y acabar con todo su cuartel tarde o temprano, por ello no solían asaltar al ejército del rey muy a menudo, pero si de trataba de un grupo pequeño como el que viajaba no les importaba hacer una excepción.
Había sido un viaje bastante pesado, había anochecido y apenas habían parado a descansar cuando empezaron a ver a lo lejos la majestuosa Suarel, al fin el viaje estaba terminando aunque no era mas que el principio de todo, ya que en la ciudad no solo les esperaría dormir. Claxan no paraba de pensar en su madre que se había tenido que quedar en Villa Yaguen junto a las demás mujeres y niños, pero no era momento de mirar atrás, ahí la gente estaba a salvo por el momento.
Cuando llegaron, en las puertas de la ciudad uno de los caballeros les recibió.
-Bienvenidos a Suarel. Soy Jayden, general de la caballería de Suarel. Si hacen el favor de seguirme les llevare con su majestad Albert y los demás.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La esfera - Capítulo 3

Capítulo 3

Había sido un día extraño, la presión se respiraba en Villa Yaguen y el sol estaba empezando a caer. Herman y sus hijos se dirigían al cuartel donde se les darían las noticias que Flink tenia para ellos. La sala de reuniones del cuartel era bastante amplia en la que no había mas mobiliario que una tarima donde se subía quien quisiera hacerse oír. No faltaba nadie cuando de hizo revista de tropas, debían haber unos alrededor de unos trecientos cincuenta soldados de todas las edades, algunos parecían muy mayores o demasiado jóvenes para estar ahí pero pudiéndose acercar días de guerra toda colaboración era poca. Flink no fue con rodeos y en cuanto hubo silencio se dispuso a hablar.
Soldados de Yaguen, me dirijo a vosotros para informaros de nuevas noticias. La tropa de reconocimiento que se mando a Rocknom desde Suarel fue aniquilada a ordenes de uno de los generales del Rey Ladesler, el general Houter. Esto desvela una clara hostilidad de Rocknom sobre nuestra Libia. Dadas las circunstancias partiremos a Suarel donde apoyaremos en cualquier posible ataque de Ladesler, ya que es de nuestras ciudades la mas cercana al enemigo. Poco mas hay que decir compañeros, Rocknom busca sangre y aun no sabemos como toda Rocknom esta a favor de la guerra, suponemos que habrán sido engañados de alguna manera. En dos días partiremos a Suarel donde nos recibirán junto a sus tropas y las demás del reino. Puede que vayan a ser tiempos difíciles, pero es una oportunidad para demostrar la fuerza de nuestros Yags. Descansad amigos, os espera un largo viaje.
Lenn, Herman y Claxan volvieron a casa sin saber como decir a Gilea que iban a tener que partir a Suarel. Suarel era una ciudad fuerte con unas buenas tropas de arqueros, aunque la mejor de Libia se encontraba en mágico bosque de Laurel donde habitaban los extraños elfos. Poca gente había podido establecer siquiera contacto visual con ellos pero las leyendas que hablaban de ellos eran miles. Nadie se atrevía a adentrarse en ese bosque, se decía que entre los árboles habían centinelas que hacían silbar sus mortíferas flechas contra todo aquel que se acercara y que eran grandes dominadores de el arte de la magia. No todos creían que esta raza siquiera existiera, pero no había quien no respetara ese sagrado bosque.
Ya había anochecido y Claxan se reunió con Saron que también acababa de salir del cuartel-
-Hola Claxan, ¿Como te va?
-Bueno... Parece que nos vamos de viaje.
-Si, estoy deseando ver Suarel. Debe de ser una ciudad genial.
Saron estaba bastante entusiasmado con el viaje a Suarel, siempre estaba deseoso de aventuras y ahí le aguardarían bastantes. Claxan y Saron ya habían visitado Suarel alguna vez. Era una ciudad enorme y majestuosa, con un precioso palacio en el que residía Lord Ridley, señor de la ciudad. También abundaban las tiendas, el espectáculo y las noticias del país, así tambien como los ladrones. Los ladrones de Suarel eran una de las más grandes ocupaciones de los soldados de la guardia. Eran astutos, unos genios del disfraz y los dueños de la noche. Como felinos burlaban a la guardia huyendo por los tejados con una gran agilidad. Eran liderados por alguien a quien los ciudadanos llamaron "El Águila", pues desde la torre mas alta de Suarel lo controlaba todo y posiblemente era la persona que mejor conocía la ciudad.
Claxan y Saron seguían el camino a sus casas encontrándose en ese momento en la plaza cuando un chico les paró.
-Eh, vosotros.-dijo apartándose el flequillo de la cara. ¿ Sabéis como puedo llegar al bosque Escarlata?-al oir esto, ambos amigos se miraron extrañados examinando al individuo de arriba a abajo seguidamente. Por la ropa que llevaba, parecía venir de ciudad. Tenía una media melena, un cinturón con distintas hojas de plantas y una pequeña navaja con la que las habría cortado.
-¿El bosque Escarlata? ¿Para que quieres ir ahí?-pregunto Saron finalmente.
-Me llamo Harriet, trabajo haciendo inspecciones para cubrir noticias para la famosa prensa de Suarel. La noticia es: "El bosque Escarlata, ¿Quien hay ahi?" Suena bien ¿Eh?
Ambos amigos se volvieron a mirar sin saber que contestar.
-Es peligroso para que vayas tu solo, hay animales salvajes.-advirtió Claxan.
-Si, ya lo se. Pero tengo que hacer un reportaje sobre la leyenda de los mumuts.
Los mumuts eran otra de las leyendas de Libia. Unas nocturnas criaturas muy territoriales que se movían temiblemente rápido y en silencio. Solo el refinado sentido de un elfo podía advertir la presencia de estas criaturas y quizás también un excelente explorador. A pesar de su rapidez y discreción eran bastante grandes y fuertes. Pero la realidad era que poca gente había vivido para ver con certeza cual era exactamente su aspecto.
Los chicos le indicaron la ubicación del bosque después de haberle repetido que era peligroso pero al joven Harriet parecía no importarle, estaba demasiado entusiasmado por su futuro reportaje.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La esfera - Capítulo 2

Capítulo 2

Había amanecido, los pájaros cantaban el nuevo día junto a un sol que luchaba por salir. Despertar en Villa Yaguen era estupendo para quien añoraba la tranquilidad. Claxan empezaba a abrir los ojos, parecía que le pesaban hasta que recordó que era el día de reunirse en el cuartel y la gran intriga que tenia antes de irse a dormir le ayudo a levantarse de un salto de la cama. Bajo las escaleras y al entrar en el comedor pudo ver a sus padres y a Lenn desayunando en una mesa donde había una silla libre que se disponía a ocupar.
-Buenos días hijo.-dijo la voz de Herman con mucha energía.
-Come bien, vas a necesitar tu fuerza.-su carcajada de gigante se habría podido oír en toda la casa, pero en esa familia todos se habían acostumbrado, quizás hasta la llegarían a añorar.
Al rato, cuando se levantaron de la mesa Herman quería llevarse a sus hijos.
-Quiero enseñaros algo.-les dijo.
Gilea también se levantó de la mesa.
-¡Cuanta fuerza por la mañana! Mis valientes Yags van a traerme la compra del mercado. Id a buscarla al puesto del señor Marco.-dijo señalándolos con la cuchara de madera. Y fueron sin negarse por miedo de que si dispusiera a utilizarla como arma. Gilea era una mujer buena y alegre, pero podía llegar a tener muy mal carácter.
Cuando Lenn, Herman y Claxan llegaron al mercado ahí estaba Marco.
-¡Hombre! ¿Que tenemos aquí? Herman y sus hijos vienen a por la compra.-dijo Marco con aire alegre.
-Espero que traigáis ganas de trabajar, hay bastantes cosas. Llevaos mi carretilla.
-¡Muchas gracias Marco! Pasa un buen día.-y dicho esto, Herman cogió la carretilla de madera con toda la compra y con alguna ayuda de sus hijos con el peso, fueron de vuelta a casa.
Cuando llegaron Herman les dijo a sus hijos que fueran al jardín trasero para practicar con unas replicas de espadas hechas de madera mientras el iba a devolver la carretilla a Marco.
Comenzaron a chocar las maderas, Herman entrenaba a sus hijos a menudo para que estuvieran preparados para cualquier cosa que pudiera pasar pero a ellos les apasionaba tanto que se lo tomaban como un juego.
Lenn inicio el combate con una gran presión que hacía retroceder a Claxan, ocupado por bloquear todas las acometidas de su hermano, que le llevaba ventaja en técnica y fuerza.
Claxan vio un momento en el que pudo iniciar la contra al haber disminuido su hermano la presión porque lo acorralaba en una esquina de la valla del jardín. Lenn parecía que bloqueaba todos los ataques con facilidad hasta que con un movimiento de su espada desarmó a su hermano y el combate fue suyo. Claxan cogió su espada del suelo y siguieron chocando madera hasta que su padre volvió. Cuando Herman entro en el jardín se quedo mirando el combate sin decir nada y los chicos ni siquiera se dieron cuenta de su presencia. Una vez mas, Claxan estaba retrocediendo a causa de los repetidos ataques de su hermano.
-Claxan hijo, esta bien que dejes un espacio entre tu oponente y tu, pero tienes que ganarle el terreno, hacer que el retroceda.
Parecía que los chicos ni le escuchaban, estaban bastante concentrados. Parecía que Claxan iba ganando espacio y con un hábil movimiento hizo fuerza contra la espada de su hermano hasta hacerle retroceder el brazo y antes de que se volviera a poner en guardia pudo tocarle un punto vital con su espada. El combate había acabado.
-Muy bien hijo, has sabido darle la vuelta a la pelea. Y tu Lenn, no te confíes. Un combate se gana cuando termina, nunca lo ganas de antemano, si en algún momento dejas de dominar, puedes dejar de ser tu el que manda. Debes tener cuidado con esas cosas, no siempre serán espadas de madera.-en ese momento se tubo que poner serio, le preocupaba la idea de que sus hijos se involucraran en cualquier tipo de guerra que se pudiera desatar mucho antes de lo que se esperaba.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La esfera - Capítulo 1

Capitulo 1

Solo oscuridad, Claxan estaba sumergido en sus sueños, en unos sueños que se cortaron violentamente por el sonido de alguien llamando a su puerta. Parecia no haber nadie en casa ya que quien fuese que llamaba a la puerta seguía en la puerta esperando, asi que se incorporo y bajo las escaleras hasta la puerta de madera. Al abrirla pudo ver a Saron. Claxan y Saron se conocían desde que tenian memoria, pues siempre habian vivido en Villa Yaguen. Villa Yaguen era una pequeña aldea situada al Sur de la antigua Farganot, hasta que se dividio y fue bautizada como Libia. Era el lugar habitado que mas lejos se encontraba de la frontera, pero hasta ahí habian llegado todos los rumores que fueron llegando de boca en boca y en las últimas semanas no se hablaba de otra cosa.
-¿Que hay Claxan?-dijo el muchacho con un aire agradable.
-Hola Saron, estaba durmiendo todavia. ¿Que te trae?
-¡Es tarde para dormir! ¿Vienes a por unos pezes?
-¿A pescar? ¡Genial!
Claxan volvió a subir las escaleras de su casa. Al llegar a su habitación se quitó el pijama, se puso sus pantalones, su camisa, su cinturon de cuero ya desgastado y sus botas. Despues abrió un armario, del que cogio un bote con gusanos de pesca, se metio un puñado a uno de los saquitos del cinturon, cogio la caña de pescar y se reunio abajo con Saron. Caminaron dejando la casa atras junto a otras mas hasta llegar a la plaza, fueron hacia la salida de la aldea y salieron del camino para llegar a un pequeño bosque donde estaba el rio en el que solían ir a pescar.
Paso el tiempo, aun no tenían ningun trofeo en forma de pez y cuando asimilaron que ese dia no ivan a comer pescado fueron a sus casas a por algo que si pudieran llevarse al estomago. Aunque no pescaran nada siempre lo pasaban bien juntos y pensaban en aventuras que algun día pensaban emprender.
Cuando Claxan llego a casa, sus padres y su hermano Bob habían vuelto.
-¡Claxan!-le dijo su padre con su peculiar voz de gigante. -¿Que tal hijo? ¿Estabas con Saron?
-Si padre.-dijo el chico dirigiendose a las escaleras.
Cuando Herman vio la caña de pesca de su hijo y al no ver ningun pez solto una enérgica carcajada. Era un hombre grande y fuerte, pertenecia como todos los hombres capazes al pequeño batallon de Yaguen, popularmente se les llamaba Yags. Aunque debido al escaso movimiento militar por esa zona se dedicaban solamente a cazar y a mantener la seguridad en la ciudad. También Claxan y su hermano Lenn debían asumir el cargo de formar esas filas militares, pues ambos eran ya adultos.
Llegada la tarde, Claxan y su padre salieron a por unos recados para la cena y al llegar a la plaza del pueblo vieron a mucha gente haciendo corro a alguien que parecia que tenia algo importante que decir.
Era Flink, el lider de Yagueny gran amigo de Herman. En unos instantes se dispuso a hablar.
-Habitantes de Yaguen, tenemos un asunto que tratar. Convoco una reunion de Yags, asi que, toda fuerza militar activa debera dirigirse mañana al atardecer al cuartel militar. Que se informe a todos los demás. Un saludo.
Cuando se dispuso a irse se detubo al ver a Herman.
-Herman, que alegría verte. Hola Claxan, ¿Como estas?
-El chaval esta sano y fuerte.-dijo el padre cuando Claxan se disponia a contestar.
-Me alegra saberlo. Herman, tenemos que hablar de unas cosas.
-Esta bien. Claxan hijo, encargate de los recados. Nos veremos en casa.
Claxan sabía de antemano que iva a tener que irse, pues las conversaciones entre Herman y Flink siempre eran privadas.
Claxan se dirigía al mercado, por el camino saludo a unos cuantos conocidos. No había mucha gente en los tenderetes, cuando realmente estaba lleno era por las mañanas.
Al llegar a casa, vio a sus padres hablando. Sintio que con su presencia habia finalizado esa conversacion y asi fue. Herman salió al jardín que tenían detras de la casa cruzando la puerta trasera y su mujer se metio en la cocina.
Lenn estaba con su padre en el jardin cortando unos trozos de leña para el fuego, pues iba a ser una noche fría. Claxan no podia dejar de pensar en la reunion del dia siguiente, en su interior sabia que no ivan a ser buenas noticias.

martes, 2 de noviembre de 2010

La esfera - Introducción

Farnagot, un continente de la tierra media a cargo de dos reyes que comparten su poder. Cada uno dirigía una mitad y a sus espaldas tenían varios años de prosperidad. Ambos reyes habían combatido para el antiguo rey a la hora de conquistar esas tierras, pues estaban pobladas por bárbaros. Aquellas fuerzas eran lideradas por los dos actuales reyes Albert y Ladesler, bajo las ordenes del antiguo rey Leonel, el cual sufrió un ataque del que poca gente sabe. Y sus fieles comandantes Albert y Ladesler asumieron su poder. Pasados los años de la gente empezaba a asustarse, pues un pequeño rumor corría en el norte de Fargnagot hasta extenderse por todo el continente. Se decía que el rey Ladesler había encontrado unas antiguas ruinas en el subsuelo, en las cuales yacían unos escritos en la pared, que con el tiempo se dio cuenta de que no eran solo palabras, pues era una runa mágica, una runa muy poderosa capaz de desencadenar los poderes de la creación de seres a merced del poseedor de la runa, seres con los que pensaba hacer un gran ejército a su voluntad y dominar todo lo que se le antojara. Todos estos rumores empezaron a ser reales cuando Ladesler bautizó el norte de Farnagot como Rocknom e independizó la parte que el gobernaba. El rey Ladesler, cegado por la codicia quiso apoderarse de esa runa pero iba a tener que tener paciencia, pues la runa de la creación tenía sus secretos, sus enigmas y sus hasta sus peligros para un portador que no fuera digno de ella. Hasta desvelar todo eso, encerró la runa, la encerró en algo tan pequeño que pudiera llevarlo con el, algo como una esfera de cristal. Tan miserable para el ignorante, pero tan deseada por los sabios de la magia.